lunes, 14 de abril de 2014

Remezclando el género: 1 parte

La reflexión que traigo hoy me resulta apasionante. Amo el estudio del ser humano, sus costumbres y disfruto tanto con el discurso abierto y el debate respetuoso (siempre de una forma socrática) que el tema de hoy me resulta una perfecta atracción.

El sexismo es una de las estupideces más inservibles e inútiles de la que el ser humano (o gran parte de su especie) se vanagloria y siente orgulloso. En realidad el tema requiere seriedad, ya que a todos nos afecta y, su extensión a lo largo del mundo es una cosa que no debe ser tomada a la ligera. No obstante, sucede que las cosas más "tácitas" a veces son fácilmente desmontables con una sencilla reflexión. Activaré el modo humorístico porque, es un tema que me resulta divertido pese al drama que puede desembocar (o ha desembocado)

Niño y niña, diferencias y sexismos arcaicos:
En realidad me siento bastante afortunado por haber vivido en mis propias carnes cosas tan traumáticas como que tu padre arroje al campo una Barbie con el pelo por los tobillos (porque por si no lo sabías, la longitud del cabello de la Barbie estaba directamente ligada al prestigio y honor de la misma, convirtiendo así a una Barbie de pelo extralargo en la emperatriz de la corte). Lo cierto es que cuando era pequeño no entendía la controversia de que me gustaran las Barbies,  así mismo, tampoco podría situar el momento en el que me empezaron a gustar así como la causa de ello. Sencillamente me atraían. Eran bonitas visualmente, tenían pelos largos cuya textura me encantaba y además pesaban mucho (en serio, una buena Barbie pesaba el doble que un Action Man) lo cual no se porque me resultaba atractivo. Con ellas creaba todo tipo de historias pintorescas y surrealistas (aún recuerdo alguna de ellas y, no salgo de mi asombro) y una de las cosas que más me gustaba hacer era pintorrearlas y "tunearlas". Así mismo también tenía Action Man y he de decir que también me gustaban mucho. En realidad todos los juguetes que me gustaban tenían forma humana, jamás tuve un especial gusto por coches, castillos etc etc (mentira, con los coches jugaba a los accidentes, claro que la durabilidad del mismo resultaba poco practica para resultar una jugabilidad medianamente extensa). En mi juego ideal, existían Action Mans y Barbies. Se trataba del campeonato de lucha sangrienta. Supongo que de alguna forma las películas de acción de mi padre me habían influido lo suficiente como para desarrollar un gusto por la lucha, pero también un gusto por ¿El feminismo?

Así es. No se porque, pero la Barbie (o la figura femenina) siempre ganaba la batalla frente al hombre, supongo que porque desde siempre me ha gustado lo anormal y, observando la imagen de mujer desvalida de la televisión, mi cabeza decidió darle la vuelta.

Mi madre siempre tuvo una actitud abierta, y mi padre una actitud de pasotismo, no obstante, mi abuela por parte de padre se encargó de malograr la mente de mi padre con mensajes de asedio homófobos. Mi padre experimentó un cambio drástico y a raíz de ahí tuve que jugar a escondidas. El anécdota de "la Barbie voladora" fue una noche en la que mi madre se había acostado y yo estaba jugando inocentemente al lado de mi padre mientras el miraba una película de acción de esas que ahora se consideran vintage. El caso es que agarró mi Barbie por alguna razón y la lanzó al campo (vivíamos en el campo). A la mañana siguiente corrí a buscarla y no la encontré (yo era una pulga diminuta por aquellos bosques). A los años, la encontré de casualidad, toda carcomida y sin color y, me alegré de no haberla encontrado antes porque, ahora tenía más historia y su supervivencia me sorprendió positivamente. La pobre vivió unos años de rencor en mi habitación hasta que desapareció mágicamente (tal vez tenga que encontrármela en el futuro, quien sabe).

Y ¿Porqué cuento todo esto? Bueno, me parece un anécdota bastante representativo sobre el sexismo y la cultura que nos "gobierna". Si nos cuestionáramos la existencia de juegos y videojuegos sexistas yo diría, que no se trata de "cuestionamientos", sino de afirmaciones.

Es algo tan obvio como el color rosa y el color azul. Lo mismo pasa con la publicidad que se le da a los productos. Una vez que decidimos a qué público va dedicado, transmitimos aquellas características típicas o que consideramos correctas para determinado público o género. De es esta forma, acabamos confeccionando anuncios de muñecas con voces dulces y melosas en las que se incentiva la maternidad, el gusto por la moda, etc, o juegos de cocina, confección de vestimenta, maquillaje etc. Así mismo para los chicos tratamos de hacer anuncios en los que la voz sea ruda y segura cuyos juegos protagonistas son las figuras de acción, coches, lucha, etc y sus videojuegos son de batalla, construcción, guerra, disparos y más sinónimos. A groso modo y exagerando  tratamos de crear pequeñas debiluchas inválidas cuyo placer sea ser ama de casa y mujer florero y pequeños seres rudos, insensibles, bélicos y problemáticos.

Podríamos poner por ejemplo un anuncio en el que se trate de algo similar dedicado a diferentes géneros. Un animal por ejemplo. Un muñeco animal dedicado al chico será un muñeco sin colorines excesivos y  de expresión seria, mientras que uno de niña tiene el pelo largo y colores por doquier. ¿Quién lo dice? Sinceramente creo que se trata de años y años de cultura. Una cultura que como en muchos de los aspectos, trata de enseñarnos como debemos ser, que actitudes y aptitudes debemos adoptar ante la vida y lo más importante qué comprar. Todo esto genera un estado de normalidad, al que los padres recurren sin más porque todo padre quiere lo mejor para sus hijos. Por ello entiendo que mi padre arrojase a la pobre Bárbara al bosque, porque no quería que yo fuese víctima del acoso por ser "anormal". Yo creo que la palabra normal está sobrevalorada, que es un límite y que la única forma de romper con ese límite es ser naturales.

Las empresas de fabricación de juguetes, se valen de esta norma cultural para seguir trabajando en lo mismo, lo más rentable. Un niño jugando con Barbie, a efectos éticos es tan útil o inútil como una niña haciéndolo, sin embargo es menos productivo. Los padres lo tomarían como una ofensa (por suerte cada vez hay menos prejuicios de este tipo) y sería un acto casi censurable al que llamarían "Incentivo a la homosexualidad y a los desórdenes de género". Es por esta razón qué, en los tiempos que corren todos en mayor o menor medida somos consciente de lo inservibles que son esos paradigmas y, aún así, nos mueve la codicia y la ganancia. Las empresas de diseño y fabricación de juguetes saben lo que vende y no les importa el construir una cultura más sana en la que se incentive la igualdad de género, les importa vender y ganar dinero. Es por ello que me doy cuenta de lo malos y codiciosos que resultamos los seres humanos.

Bueno, sinceramente no creo que mi homosexualidad esté ligada a mis intereses de una forma directa (esa Barbie no me hizo gay, y tampoco el Action  Man), por alguna razón yo elegí con qué quería jugar, y tuve la suerte de poder hacerlo (a medias). No creo que haya que mezclar sexo y sexualidad con algo tan inocente como el juego de un niño. El juguete no tiene ningún poder todopoderoso que canalice una sexualidad prefabricada sobre el individuo que lo utiliza. Los intereses deben ser algo natural y no dictado, que cada cual juegue con lo que quiera, ya llegará la pubertad y la adolescencia para verter su dosis de desconcierto y hormonas.



Esta era mi Barbie voladora. Qué recuerdos.

Action Man total Gun. Ese era el mío. De casualidad he encontrado esto. Es bastante parecido a lo que yo solía jugar. Ojalá hubiese tenido una casa así.

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